LA MADRUGÁ: SEREMOS SALVADOS DE NUESTRA CRUZ

Publicada: 01-04-2021
Categoria: Cultura

LA MADRUGÁ: SEREMOS SALVADOS DE NUESTRA CRUZ

Son más de las cuatro de la madrugada del Viernes Santo. En los alrededores de la Plaza de Abastos de Bollullos, viandantes caminan a toda prisa para coger un sitio privilegiado. Sus caminos nacen en lugares muy distintos de la ciudad, pero pronto se reunirán en el mismo enclave. Son más de las cuatro de la madrugada del Viernes Santo, una hora en la que lo lógico sería hallarse en un sueño profundo, mas la multitud se agolpa más despierta que nunca. Antes, en la noche del Jueves de Esperanza, Cristo muerto en la Cruz rebasaba a su entrada el dintel de la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol pasada la media noche. Ahora, pocas horas después, un nuevo escenario capta la atención del gentío bollullero.

En la pequeña plazoleta en la que comenzó todo hace cinco días, con un pilar con Cruz de forja y su retablo cerámico del Jesús sevillano de la Pasión como perennes testigos, se acumula la expectación. Las luces del lugar yacen mientras los dos pequeños faroles de la fachada de la hermosa capilla de los "Millaeros" sobreviven con fulgor amarillo y tenue, el suficiente para crear un ambiente aún más sugestivo y espiritual. Allí mismo, donde otrora se celebraba "El Sermón de la Plaza", viene sucediendo cada año desde hace cerca de ocho décadas un momento inefable de nuestra Semana Mayor: la salida del "Señor de Bollullos" y su Madre, la Virgen del Pasmo.

El momento llamado en la Semana Santa andaluza "Madrugá" coincide con la madrugada del Viernes Santo y con la salida de algunas de las hermandades más importantes de la región. En Bollullos, la hermandad conocida con el mismo nombre de este lapso, "La Madrugá", cuyo Titular cristífero es una de la imágenes con más devoción de la comarca, realiza su particular estación de penitencia poniendo en la calle dos de sus tres pasos.

En el primero de ellos aparece Jesús con la Cruz a cuestas camino del monte Gólgota o Calvario, donde sería crucificado. La Cruz, arbórea con remates de orfebrería dorada, se asienta en su hombro izquierdo sujetada por el "tabulas" o travesaño, mientras la "stipe" o parte larga cae hacia la trasera del paso. Ntro. Padre Jesús Nazareno es una talla exquisita de estilo neobarroco y costumbrista del genial imaginero sevillano Antonio Castillo Lastrucci en 1937. Hay que resaltar que se trata de una imagen de su íntegra ejecución, realizada sobre madera de cedro real y con una altura de algo más de 1'70 m, pues ésta está recogida en un contrato que conserva la propia hermandad. Destacan del paso labrado en orfebrería de alpaca plateada la imaginería menor del canasto, apareciendo en las capillas esquinadas cuatro evangelistas realizados por el imaginero granadino Rafael Barbero Medina en 1987; el Santiago Apóstol a lomos de su caballo en la capilla central, realizado por Manuel Domínguez en 1994; los exquisitos ángeles ceriferarios que flanquean con sendos faroles a Cristo en sus laterales, tallas anónimas del siglo XVIII; y los ángeles que sujetan el extremo posterior de la Cruz en la trasera del paso, obras también del alumno aventajado de Lastrucci, el propio Rafael Barbero Medina, en 1984.

Por su parte, el paso de palio lo titula su Madre con una curiosísima advocación: María Stma. del Pasmo. Su iconografía representa el momento en que María se encuentra con su hijo camino de su crucifixión en la calle Amargura, sufriendo un desmayo o espasmo de agonía. Se trata de una advocación muy infrecuente, ya que no es una escena recogida por los Evangelios Canónicos, sino por el apócrifo Evangelio de Nicodemo, también conocido como "Acta de Pilatos". Desde el siglo XIII se vino realizando la conmemoración del "Espasmo" o "Martirio de la Virgen" el lunes siguiente a la dominica de Pasión, desapareciendo finalmente tras el Concilio de Trento o Contrarreforma en la segunda mitad del siglo XVI. La preciosa y original Dolorosa de esta Hermandad, talla del mismo Castillo Lastrucci en 1938, es una de las pocas obras marianas en el mundo que recoge esta iconografía. Destacan del palio el óvalo pictórico del techo, interpretación fresca y suelta del "Pasmo de Sicilia" - otra de las escasas obras de arte con este título- de Rafael Sanzio, realizada por el genialísimo pintor bollullero Fernando Ferreira en 2005, quizá su última obra acabada; el conjunto del bordado del techo de palio y bambalinas realizados por el taller de bordados de la hermandad bajo diseño del magnífico dibujante Javier Sánchez de los Reyes; y el manto bordado en oro fino sobre terciopelo azul obscuro, obra de Joaquín Díaz en 1890 y restaurado posteriormente por Juan Manuel Rodríguez Ojeda, una de las mayores joyas de nuestra Semana Santa, que llegó a pertenecer a las hermandades sevillanas de La Amargura y El Amor.

Nazarenos de túnica de capa negra y esparto anteceden al Señor de Bollullos. Las puertas forjadas en hierro se abren con el tañido del muñidor, que guiará su silente cortejo. La cera color tiniebla expresa, con docta sapiencia, la importancia de la kenosis; Cristo nos transfigura. El Hijo de Dios vuelve a estar vivo tras un Jueves de Muerte. Los niños, estupefactos por el acontecimiento, preguntan a sus padres a qué se debe el trascendente hecho. El Hijo del Hombre sale de su sede en el silencio imperturbable de su Madrugá, con los exclusivos sones de la música de capilla y el rachear de los pies de sus costaleros: "¡Anda en el paso!". Luego, decenas de cruces y cientos de nazarenos de morado y blanco, pasión y pureza, llega la Madre en su Pasmo al son de la marcha con el mismo nombre de la hermandad y con la única luz de los cirios de la candelería, que la convierten en la más sublime Estrella del firmamento. Un momento mágico e inigualable.

Dos años se suceden en Bollullos sin poder experimentar tamaña belleza. Hoy nos toca cargar con esta cruz, pero pronto seremos salvados.

Comparte en: