MARTES SANTO DE CAUTIVO: HALLAREMOS LA VICTORIA

Publicada: 30-03-2021
Categoria: Cultura

MARTES SANTO DE CAUTIVO: HALLAREMOS LA VICTORIA

La tarde se pierde. El crepúsculo vespertino da paso a una cúpula endrina y estrellada que cubrirá el cielo en la inmensidad de la noche. Es ya martes, Martes Santo, y el silencio ha secado toda lengua y ha vaciado todo idioma. Tal ausencia no tardará en llenarse por una catequesis plena de rigor, de seriedad dominicana, de coherencia católica. Llena con su discurso de sensaciones irrepetibles. Llena con las manos atadas de un Jesús rendido y humillado, y con los ojos eternos de su victoriosa Madre. No hace falta exigir respeto, la visión misma de lo que acontece aleja cualquier ruido del lugar.

Es Martes Santo, y en una capilla reciente pero rancia, cercana a estrechas y angostas rúas del epicentro de Bollullos, los portones abren de par en par el camino de una cofradía silente, sinigual en la comarca. Una cofradía que ha decidido ser lo que ha de ser y hacer lo que ha de hacer, fomentando la certeza aristotélica de la verdad. Porque la verdad es decir de lo que es que es y hacer en consonancia, y este axioma se cumple a rajatabla en su divagar.

La Hermandad del Cautivo realiza su estación de penitencia “de negro” por las calles de Bollullos la noche del Martes Santo. Forman su cortejo dos pasos. Nuestro Padre Jesús Cautivo es la imagen cristífiera que titula el primero de ellos. No se necesita más que de la propia talla de Jesús Cautivo, realizada por el artista bollullero Mario Díaz en 1991, para erigir un soberbio misterio de su iconografía: ha sido entregado, humillado, negado, torturado, coronado de espinas y espera preso en soledad su crucifixión. El conjunto barroco de las andas mezcla los motivos ornamentales con cabezas de querubines, ángeles tenantes, evangelistas y relieves, obras del propio Mario Díaz. Los respiraderos lucen esculturas en madera policromada de los cuatro Padres de la Iglesia, San Juan de Mata y San Pedro Nolasco, realizadas por el sevillano Francisco Berlanga de Ávila entre los años 1999 y 2000. Por su parte, en el paso de palio, Nuestra Sra. de la Victoria conversa desconsolada con San Juan Evangelista, tallas del imaginero cordobés Francisco Romero Zafra en 2007. Lucen bajo techo y bambalinas adquiridos en 2018 a la sevillana Hermandad de Las Siete Palabras, obra de Fernández y Enríquez entre 1997 y 2002. Cabe destacar el elemento de la cartela central del respiradero frontal, obra del imaginero sevillano Mariano Sánchez del Pino en 2017, que representa la Batalla de Lepanto, a través de la que surge la advocación de la Victoria de la Virgen María. Pasos excelsos para una soberbia hermandad, en la que todo tiene un meticuloso porqué.

Es Martes Santo. Una cruz arbórea es guía junto a un muñidor que tañe su campana. El ruan y esparto de las túnicas de los nazarenos inundan las filas de unos tramos imperturbables. La Cruz de Jerusalén de rojo estremecedor, el oscuro de unos claveles “sangre de toro”, como sangre brota con el atravesar de las espinas en la frente de Cristo… Todo cerciora del estadio pasional. El rachear de los pies de los costaleros avanza como el tiempo, sin releer páginas pretéritas, al son de música de capilla y cantos en latín: “Miserere mei, Deus: secundum magnam misericordiam tuam”. La Madre, con el rostro más bello jamás imaginado, llora desconsoladamente, besando con agónico pesar cada paso de su Hijo Cautivo.

Hoy todo queda en un triste sueño, pues no viviremos esta catequesis de otro tiempo. Pero no hay mayor recompensa a la pesadumbre que la gloria venidera. Más pronto que tarde, hallaremos la Victoria.

Comparte en: